Algunas razones de la ruptura del EZLN con AMLO y el PRD (para
desmemoriados e ignorantes). Abril 2012
LÓPEZ OBRADOR Y EZLN, A OCHO AÑOS DE LA RUPTURA
Zinacantán, Altos de Chiapas, 10 de abril de
2004: perredistas, paramilitares y policías atacan a bases de apoyo zapatistas.
El
pasado 4 de abril, Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la
coalición Movimiento Progresista, visitó la cabecera municipal de San Cristóbal
de las Casas, Chiapas, para dirigir un mensaje al Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, a cuyos integrantes, dijo, “les extiendo mi mano franca en
señal de respeto y reconciliación”, luego de ocho años de distanciamiento.
LA OTRA MANO FRANCA
Antes del llamado a la concordia de la semana pasada, la última mención
que del zapatismo hizo López Obrador se dio en septiembre de 2011, cuando de
gira por Chiapas pidió al grupo armado “rectificar” y no operar en su contra,
tal como hiciera en 2006, ya que en ese momento “el decir que era yo fascista,
lo cual era una exageración, sí influyó en la votación”, tal como reconoció en
conferencia de prensa.
Un mes después, Marcos respondió al hoy
aspirante presidencial a través de la cuarta misiva que se cruzó con el
escritor Luis Villoro, y en la que afirmó que “uno de los tres bribones que
habrán de disputarse el trono sobre los escombros de México ha venido a
nuestras tierras a demandarnos silencio”.
En la carta de noviembre pasado, Marcos calificó
al hoy candidato presidencial de izquierda como alguien que “no acaba de
madurar y reconocer sus errores y tropiezos”, y lo acusó de encabezar “un grupo
ávido de poder, pleno de intolerancia (…) con un discurso más cercano a Gaby
Vargas que a Alfonso Reyes, (que) ahora predica y fundamenta sus ambiciones en
el amor a la derecha”.
En este documento, Marcos le pide a López
Obrador que “no crea en serio que los empresarios lo van a apoyar, que los
chuchos no lo van a traicionar, que el PT y Movimiento Ciudadano son partidos
de izquierda”, y lo critica porque “él suma a su derecha (desertores del PAN
incluidos) y nada aparece a su izquierda (y) sigue los pasos de su antecesor,
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que se acomidió a los poderosos”.
Cabe destacar que fue en la gira de septiembre
cuando López Obrador ofreció por primera vez su “mano franca” a los zapatistas,
pues, dijo entonces, “por encima de nuestras diferencias, el interés común es
sacar adelante al país”.
INVOCACIONES A SAN ANDRÉS
Desde el arranque de su precampaña, en diciembre pasado, Andrés Manuel
López Obrador ha reiterado, entre otras, la promesa de dar cumplimiento a los
“Acuerdos de San Andrés”, es decir, el pliego de reformas constitucionales
orientadas a reconocer la autonomía de los pueblos indígenas, pactado por el
EZLN y el Estado mexicano durante el gobierno de Ernesto Zedillo, y que se
tradujo en 2001 en una ley de derechos y cultura indios, que fue aprobada sin
el aval de los zapatistas.
Ya en 2001, la aprobación de esta ley generó
posturas divididas al interior de la izquierda mexicana, evidenciadas en el
voto unánime que la norma obtuvo en el Senado (incluyendo a los legisladores de
izquierda), mientras que en la Cámara de Diputados fue aprobada, pero con el
voto en contra de los integrantes del PRD y el PT.
Al respecto, en julio de 2005, Marcos señaló, en
el comunicado titulado ‘Un pingüino en la Selva Lacandona’, que “el punto de
quiebre (del EZLN) con la clase política, no sólo con el PRD, es abril de
2001″, tras la aprobación de una ley indígena distinta a la acordada en las mesas
de negociación con los zapatistas, y en la que el punto de la autonomía quedaba
desdibujado.
En aquel comunicado, además, Marcos hizo una
referencia directa a las ofertas de López Obrador (entonces aspirante
presidencial para el periodo 2006-2012), quien, dijo el guerrillero, “acaba de
presentar su ‘Proyecto Alternativo de Nación’, ante las Redes Ciudadanas
(antecedente del Morena). Nosotros desconfiamos y no vemos más que un
maquillaje plástico (y que cambia según el respetable) y una lista de promesas olvidables.
Como quiera -abunda Marcos-, tal vez alguien pueda decirle a AMLO que no puede
prometer ‘el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés’, porque eso significa,
entre otras cosas, reformar la Constitución y, si mal no recuerdo, ése es
trabajo del Congreso”.
DIME CON QUIÉN TE JUNTAS
En el actual proceso electoral, y tal como ocurriera hace seis años, en
torno a López Obrador se han reunido diversos personajes de la política que
públicamente han fijado una postura crítica e, incluso, de abierta censura al
movimiento zapatista.
Ricardo Monreal, por ejemplo, quien es
actualmente coordinador de campaña de López Obrador, en 1998 comparó a los
zapatistas como el grupo paramilitar que asesinó a 45 indígenas en Acteal,
“porque paramilitar es todo aquel que actúa como ejército sin serlo y se arma
siendo civil”, además de que calificó a Marcos como “el líder blanco de los
indígenas de piel oscura”.
Otro ejemplo es el de Socorro Díaz Palacios, la
ex funcionaria salinista que el perredismo colimense pactó postular al Senado,
y que ya en 2006 había sido una de los seis coordinadores de las “Brigadas
Ciudadanas” que impulsaron la candidatura de López Obrador.
El 3 de enero de 1994, es decir dos días después
del alzamiento zapatista en Chiapas, Díaz Palacios, entonces subsecretaria de
Protección Civil de Carlos Salinas de Gortari, definió al EZLN como “una mezcla
de intereses y de personas tanto nacionales como extranjeras (que) muestran
afinidades con otras facciones violentas que operan en países hermanos de Centroamérica;
algunos indígenas han sido reclutados, presionados por los jefes de estos
grupos”.
Además, en febrero de 2006, Marcos acusó a uno
de los ex priistas arropados por López Obrador de ser el autor intelectual de
la matanza de Acteal, con el objetivo de presentarla como signo de deterioro
social y violencia entre comunidades indígenas. “Ese plan -dijo Marcos, durante
un mitin de La Otra Campaña en Veracruz- se hizo en el gobierno de Zedillo y el
subsecretario de Gobernación, que era del PRI cuando se hizo el plan, es Arturo
Núñez, que ahora dice que es del PRD (…) Pregúntenle a López Obrador por qué
está en su equipo el que hizo ese plan y que se llama Arturo Núñez”.
Núñez, cabe destacar, obtuvo en ese año una
senaduría por el PRD y actualmente es candidato de la izquierda a la
gubernatura de Tabasco, para lo cual ha contado con la compañía de López
Obrador en sus actos de campaña.
TODO TIEMPO PASADO
Aunque las diferencias políticas entre el EZLN y el PRD quedaron
definidas desde 1994, año en que se dio el levantamiento zapatista, en un
inicio las relaciones eran cordiales, lo que quedó en evidencia el 15 de mayo
de aquel año, cuando Cuauhtémoc Cárdenas, entonces candidato presidencial del
PRD, fue recibido con honores por los indígenas rebeldes, en el territorio
“liberado” de la Selva Lacandona.
El abanderado izquierdista convivió en ese
momento con decenas de niños, mujeres y ancianos que, según lo dicho por el
propio subcomandante Marcos, caminaron durante días para estar presentes en la
ceremonia. Además, Cárdenas fue custodiado en toda su estancia por el primer
regimiento del EZLN, aquel que en enero de 1994 se encargó de tomar la cabecera
municipal de Las Margaritas.
En este primer encuentro, Marcos, en
representación de la comandancia general zapatista, hizo “una diferenciación
entre Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el PRD”, partido político que, afirmó,
“tiende a repetir en su seno aquellos vicios que envenenaron desde su
nacimiento al partido en el poder (que en ese entonces era el PRI)”. Tales vicios,
resumió el jefe guerrillero, son “la intriga palaciega, el acuerdo de cúpula,
el eterno traicionarse, la mentira”.
La relación con Cárdenas, sin embargo, se enfrió
luego de las elecciones presidenciales en las que resultó electo Ernesto
Zedillo, ya que el perredista se negó a encabezar el Movimiento de Liberación
Nacional, una alianza entre zapatistas, perredistas y grupos sociales propuesta
por el movimiento indígena, con el objetivo de crear un núcleo opositor único
en todo el país.
LA GOTA QUE DERRAMÓ EL VASO
El 10 de abril de 2004, perredistas de Zinacantán, Chiapas, emboscaron a
un contingente de zapatistas provenientes de distintos puntos del estado que,
para conmemorar el natalicio del revolucionario Emiliano Zapata, llevaban agua
a las bases de apoyo de la zona, a las que la autoridad municipal, emanada del
PRD, les impedía acceder al pozo local.
El saldo del ataque fue una veintena de heridos,
cinco de ellos de bala, mientras que el resto del contingente fue perseguido
hasta una vivienda, donde fueron cercados, en tanto las casas de los zapatistas
zinacantecos eran destruidas por los perredistas.
Así narró el subcomandante Marcos los hechos, un
año después, en agosto de 2005, en una carta dirigida a Don Fermín, un
militante del PRD inconforme con las críticas zapatistas suscitadas a partir
del hecho: “Llegó la marcha, entregaron el agua y echaron su discurso (…)
Cuando ya se retiraban los compañeros, se encontraron con el camino bloqueado
con troncos y, cuando estaban quitándolos, empezó la balacera (…) Uno de los
agredidos tiene una bala en la cabeza. Sí, ahí la tiene todavía. Un milímetro
más a un lado o a otro y hubiera muerto. Es más, los médicos le dejaron la bala
porque sólo intentar quitársela podía provocarle la muerte. Ahí anda el compa, con
una bala en la cabeza. Pero, sabe qué, Don Fermín: esa bala no la dispararon
los paramilitares del PRI o los comandos clandestinos del YUNQUE (o sea del
PAN), sino los del PRD, los de un gobierno perredista (…) Los perredistas
siguieron en el gobierno de Zinacantán, fueron candidatos por el PRD en la
elección posterior, siguen en el Poder y fueron los primeros en formar una de
las ‘redes ciudadanas’ de apoyo a AMLO”.
Según Marcos, la suspensión del agua y la
posterior agresión fueron una reprimenda de las autoridades perredistas, luego
de que los zapatistas negaron su respaldo al gobierno municipal.
A partir de esa fecha, y hasta ahora, todo contacto entre las
dirigencias nacionales del Partido de la Revolución Democrática y del EZLN
quedó suspendido.