Fondo y Furia
Me permitiré abrir el fuego de estas breves líneas con una doble
referencia, con un ejercicio directo de anti-rima doble, con dos palabras que
empiezan por la misma letra efe de Fé y Fuego. Fondo y Furia, que algo tienen que ver con algunas propiedades de la fe y del fuego,
pero sobre todo, espero han de servir cumplidamente para presentar esta obra
gráfica de ISK que recoge buena parte de su producción de estos últimos años.
Vivimos en un mundo marcado por la dualidad, por la polaridad, por
la dialéctica, por la contradicción. Respirar es alternar inspiración y
espiración, la una no se da sin la otra y cuando ambas cesan, expiramos. Nos
despertamos cuando dejamos de dormir. Vivimos entre el día y la noche.
Dibujamos, grabamos, escribimos negro sobre blanco. El artista es un ser que se
debate entre su interior y todo aquello que le rodea, entre los innumerables
estímulos, situaciones, conversaciones, noticias, sucesos, experiencias... y su
personal manera de procesarlas, de interiorizarlas, de hacerlas propias. Cuando
eso sucede, pronto o tarde surge la necesidad imperiosa de expresar sus
emociones, sus pensamientos, de compartir con los demás ese fuego que le quema
las entrañas. La rueda sigue girando y la batalla dentro/fuera no deja de
librarse al ritmo convulso, pausado o desesperado de la vida.
Conozco a Israel desde finales de 2013 (¡para algo ha de servir
feisbuk!) y la distancia física no ha sido óbice para alimentar una proximidad,
una cercanía, una afinidad que cubren aspectos tanto profesionales como
personales. Desde esta perspectiva, podría entenderse este texto como un cruce
de caminos tan inmaterial como real. En todo este tiempo, me ha quedado claro
el fondo coherente y comprometido de ISK, las contradicciones entre las que
inevitablemente nos debatimos alimentando nuestras dudas existenciales. He
visto su tenacidad a la hora de profundizar en la dimensión estética de la
actividad contestataria de la calle; desde las manifestaciones más o menos
multitudinarias, hasta las pintadas, los carteles y los esténciles que gritan
mudos a los ojos lectores de los transeúntes.
Estudioso y practicante del esténcil, sus obras conjugan la visión
del observador siempre atento tras su cámara fotográfica (recurrente punto de
partida de trabajos posteriores) y la pasión del hacedor esforzado en plasmar
el aluvión de ideas que bullen en su cabeza, el torrente de emociones que se
agrupan en sus costillas. Tanto las unas como las otras, han de salir afuera para
mitigar su dolorosa presión. Fondo repleto de furia, furia cargada no obstante,
de confianza en el ser humano a pesar del espanto cotidiano que parece no tener
fin, del horror político de un país cuya sociedad asiste impávida a los
desmanes y la violencia que envuelve una clase política que no admite peores
calificativos.
ISK encuentra en el anonimato de los rostros cubiertos, en la
fuerza universal de esos seres individuales, en los ojos abiertos de miradas
que lo cuestionan todo, la fuente de inspiración para armar sus composiciones
sencillas en su frontalidad, directas en esas imágenes como puños, complejas en
la relación con la palabra y los títulos, inquietantes en su contemplación,
interrogadoras en su interpretación.
No siendo posible referirse a todas las obras, hay una litografía
que considero resume ejemplarmente la intensa contradicción estructural que
todo lo fagocita mientras palpita a lo largo y ancho de la muestra. Me refiera
a esa "Virgen de fuego", esa manifestante descarnada de agresivo
hieratismo y amenazante gesto armada, ornada con una corona de santa y envuelta
en un augoides crestado y flamígero de guadalupana contemporánea.
Finalmente, quiero subrayar un aspecto aparentemente dual. Me
refiero a ese amor/amistad que se
presenta esporádicamente de modo diferenciado entre el mar de
repeticiones marcadas por la reivindicación, por la denuncia, por el homenaje,
por la resistencia. La primera presencia clara es una obra de 2014,
"Beso", una cita explícita a la
pintura de Magritte titulada "Los amantes" que ISK ha sabido
actualizar y hacer suya. Hay otras referencias entre irónicas y ácidas en
"Los otros amores" y "Fuego compañerx", incluso sendas
versiones totalmente personalizadas en "Nosotrxs" y "Los
amorosos NO callan".
El fuego es paradigma de la destrucción, de la devastación, de la
purificación. Pero antes de ello, el fuego es la versión humanizada de la luz
solar. Prometeo trajo al hombre el fuego y con él, el alimento, la protección,
una nueva vida alimentada también por la luz del saber y del conocimiento.
Dejando a un lado el contexto, y yendo al interior del ser humano, el fuego es
símbolo universal de la pasión de las pasiones, de la pasión amorosa, del Amor.
Amor, que como magistralmente inmortalizó Quevedo en un archiconocido soneto,
bien puede durar más allá de la muerte. Concluyo pues, con los dos últimos
versos del segundo cuarteto:
nadar sabe mi
llama la agua fría
y perder el
respeto a la ley severa
Podemos incluso perder el respeto a quienes no lo merecen, pero no
perdamos nunca la confianza en esa Fé, escrita con acento enfático y sonoro,
manifiestamente visible.
Juan Bta. Peiró
Abril 2016
Lo que pasa es que el Zapatismo es bien cabrón,
PORQUE TE HACE QUE QUIERAS SER MEJOR PERO
SIN DEJAR DE SER LO QUE ERES.
Te dice y te preguntan, aquí estamos nosotras haciendo esto aquí qué estás haciendo tú allá.
Y créeme que no hay AMOR más cabrón que ese, que te respeta, que te ama justo como eres, pero te envenena. Porque al mismo tiempo te hace que quieras ser mejor persona...
Es bien pero bien, pero bien cabrón porque te avientan encima todo, o sea que te obliga a que te hagas responsable de ese AMOR, no te deja ni un pinche rincón donde esconderte, pinche ZAPATISMO.”
SCI Galeano
Fotografía: Pedro Felix Macedo Aguilar, FB e Instagram